Segovia Imprescindible

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Acueducto de Segovia

Esta obra arquitectónica fue erigida por los romanos en la segunda mitad del siglo I d. C. o principios del siglo II, posiblemente durante el mandato del emperador Claudio, para suministrar de agua potable a la ciudad de Secovia (hoy Segovia) procedente del cauce del río Frío, a unos 18 km de distancia. Se trata, muy posiblemente, del acueducto romano mejor conservado del Imperio.

Con respecto a la cronología de su construcción, no hay un criterio unánime, pues algunos historiadores (entre ellos Menéndez Pidal) creen que su ejecución se efectuó en tiempos de Augusto, mientras que otros lo asocian a la época de Claudio, en la segunda mitad del siglo I, e incluso hay quienes apuntan a la idea de incluirlo dentro de las obras realizadas en Hispania por mandato del emperador Trajano.

Tiene una longitud de unos 728 m y una altura máxima de 28,50 m, a los que hay que añadir cerca de 6 m de cimientos en el tramo principal. Consta de una doble arquería: la inferior está formada por 119 arcos de medio punto de diferente luz, dependiendo del tramo y las adaptaciones al perfil del terreno; mientras que la superior cuenta con 44 arcos que constituyen el núcleo central del Acueducto.

Desde el punto de vista estético, los romanos crearon una estética particular a partir de la combinación del muro con el hueco. Esta asociación crea una imagen, fundamento de la estética utilizada en puentes y otras construcciones del Imperio, en la que se equilibran el arco y el dintel, lo dinámico con lo estático, la idea de macizo y vano, de claro y oscuro que tan fructífera será para el futuro.

La primera gran obra de reconstrucción se realizó en tiempos de los Reyes Católicos: el prior del monasterio de los Jerónimos del Parral, don Pedro de Mesa, fue el encargado de administrar las obras de reconstrucción entre los años 1484 y 1489, cuando se reedificaron 36 arcos respetando al máximo la obra original, aunque algunos tienen una leve tendencia a la forma apuntada y una labra menos tosca que la de los sillares romanos. En el siglo XVI se repusieron en los nichos del pilar central las estatuas de la Virgen de la Fuencisla (patrona de Segovia) y de San Sebastián. En la actualidad, el estado de deterioro de la piedra por la contaminación atmosférica ha llegado a ser tan alarmante que el Estado, con la ayuda de otros organismos nacionales e internacionales, ha tenido que protegerlo mediante un minucioso proceso de restauración.

Alcázar de Segovia

El testimonio más antiguo de la existencia del Alcázar de Segovia es un documento de principios del siglo XII, fechado concretamente en 1122, poco después de la reconquista de la ciudad por Alfonso VI. En este documento se menciona la fortaleza como un castro sobre el Eresma. En una carta algo posterior, 1155, se le da ya el nombre de Alcázar. No obstante, es muy probable que la fortificación existiese en tiempos más remotos, quizá desde la dominación romana, pues en recientes excavaciones se han encontrado sillares de granito análogos a los del Acueducto. En la Edad Media, el Alcázar se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla tanto por la belleza de su situación como por su indiscutible seguridad militar.

El alcázar de Segovia se divide en dos núcleos. El primero lo forman un patio herreriano con foso, el puente levadizo, la torre del homenaje y dos cubos circulares con chapiteles. El segundo es el interior y cuenta con una estupenda capilla y las salas nobles de la Galera, las Piñas y el Tocador de la Reina. Además, tiene cuatro pisos con buhardillas y amplios sótanos.

Destaca la Sala de los Reyes, decorada con un artesonado de hexágonos y rombos dorados y con un curioso friso con 52 imágenes policromadas y sedentes. En la Sala del Trono sobresalen una preciosa cúpula mudéjar y las yeserías gótico-mudéjares, además de sus paredes recubiertas con terciopelo y con retratos de distintos reyes.

La torre del homenaje fue edificada por Juan II, en plena transición del románico al gótico. Alcanza los 80 metros de altura y se encuentra decorada con bellos esgrafiados y doce magníficas torrecillas. Se accede a ella a través de un pasadizo. Durante el reinado de Felipe II, se recubrieron los tejados con originales chapiteles de pizarra. Destaca también la torre de Alfonso X el Sabio, desde la cual el monarca estudiaba el firmamento, así como las estupendas salas interiores decoradas con artesonados mudéjares y ricas yeserías.

Catedral de Segovia

Llamada la “Dama de las Catedrales”, la Catedral de Segovia fue construida entre 1525 y 1577, para sustituir el templo románico semidestruido en las guerras de las comunidades. Junto a la catedral nueva de Salamanca, la muestra del gótico más tardía de la arquitectura española.

Fue trazada por Juan Gil de Hontañón como templo de tres naves, con capillas laterales, crucero y cabecera semicircular con girola rodeada de capillas radiales. El claustro gótico data de 1470 y es el que estaba adosado a la antigua catedral románica, que fue trasladado piedra a piedra a su nuevo emplazamiento. Son hermosos sus arcos con tracerías caladas.

En su interior, la Catedral de Segovia alberga innumerables riquezas: obras maestras de la pintura y escultura, vidrieras del siglo XVI, hasta 23 capillas con interesantes obras de arte, el impresionante altar mayor y el excepcional órgano aún en uso, entre otras. De la antigua Catedral de Santa María, que se alzaba en los jardines del Alcázar, se reutilizó para la nueva el bellísimo claustro de Juan Guas y la sillería del Coro, ambos del siglo XV.

En la construcción de la Catedral se diferencian tres etapas:

Primera etapa: se coloca la primera piedra (8/6/1525) y Juan Gil de Hontañón traza los planos: tres naves (central y laterales) y capillas.

Segunda etapa: a la muerte de Juan Gil de Hontañón (15/9/1526), su hijo, Rodrigo Gil de Hontañón, le releva en las obras. En 1567 se pone la primera piedra del crucero y se termina la nave central, abriéndose así al culto.

Tercera etapa: al morir Rodrigo Gil de Hontañón (1577), toma el relevo Juan de Mugaguren, quien cierra el crucero con cúpula escurialense, termina los brazos y hace la puerta de San Frutos (norte), de estilo herreriano. En los detalles secundarios se siguió trabajando durante el siglo XVII.

Estas etapas motivan que en la catedral de Segovia se mezclen el estilo gótico con el renacentista, el barroco y el neoclásico.